3.1.3 EMPLEO

Al ir al Zócalo, se observará gente con cartelones (plomeros, electricistas, albañiles, cte.) que ofrece sus servicios.- También sabrás de personas que, siendo profesionales, trabajan de taxistas o de vendedores. Por ella te preguntarás por qué cada día se dificulta más encontrar empleo. Pues bien, el aumento del desempleo en nuestro país es una de las consecuencias de la crisis económica, puesto que al reducirse la producción, disminuye la contratación de personal.

Pese a los efectos negativos de la crisis, a partir de 1992 se llevaron a cabo profundas transformaciones productivas con base en la modernización, lo cual permitió una mayor eficiencia a un menor costo (revolución tecnológica), pero una demanda de menos fuerza de trabajo. El retraso en este rubro significa quedar eliminados de la competencia capitalista, nacional e Internacional.

La aplicación de la revolución tecnológica genera eliminación de empleos, porque se debe reanudar los sectores agrícola, industrial y de servicios por ejemplo; en el sector servicios se están aplicando controles electrónicos para el registro de mercancías, lo cual se traduce en un abaratamiento de los costos de administración, que está acabando con miles de pequeños abastecimientos comerciales; en el sector gobierno, la aplicación de la microelectrónica y la computación en los procesos de la administración pública ha sustituido masivamente al personal burocrático. Esto es causa del incremento del desempleo, a gran escala, en todos los sectores de la economía. A ello también contribuye el cierre de empresas o la manutención de actividades pero a niveles de no crecimiento. ¿En dónde se podrá captar esta fuerza de trabajo?

El resultado de los primeros cinco años del sexenio de Miguel de la Madrid (1982-1981), revela, al Igual que la actividad económica, un lento crecimiento del empleo, que en este caso fue de 0.1% como promedio anual; sin embargo, en 1982 se dio una caída en el empleo del 0.3% que llegó a 2.3% en 1983. En los dos años siguientes y para 1981, las cifras indican aumentos en el empleo, mayores a los del indicador macroeconómico. La excepción en la tendencia de los últimos cuatro años se da en 1986 con un decremento de 1,7 por ciento.

En la actualidad el problema fundamental del sector laboral radica en el desajuste dinámico, entre la población económicamente activa (PEA,) y la población ocupada, pues, mientras esta última permaneció casi constate en los últimos años, la PEA ha crecido a una tasa ligeramente, superior a 3%, de tal forma que debiera existir un incremento constante de plazas de trabajo para absorber el aumento de la fuerza laboral. Por ejemplo, en 1987 se requerían 822 mil empleos, y recién se estima que hay entro 700 mil y un millón de nuevos trabajadores que buscan colocarse, cada año, los cuales se lograrían absorber de haber crecido el PIB a una tira anual de 7% a partir de 1990.

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