1.2.2.1 Ecosistemas Naturales

Los ecosistemas naturales se caracterizan porque en ellos las transformaciones de energía y materia establecen un equilibrio dinámico sólo por la interacción entre la diversidad que presenta la biocenosis del lugar y las condiciones del biotopo de forma que estos ecosistemas son autosuficientes por principio.

Esta primera característica le permitirá a la vez ser autorregulable pues, por sí solos también presentarán efectos de retroalimentación, que les lleve a mantener el equilibrio en las interacciones entre los seres vivos que los forman y su ambiente físico.

La capacidad de regulación establece otra de las características de estos ecosistemas: la estabilidad. En los ecosistemas naturales el flujo de energía y materia produce que los elementos del ecosistema interactúen manteniendo constantes los procesos que dan lugar al sistema con la posibilidad de contrarrestar pequeñas variantes que se presentan y generar estabilidad, a través de un óptimo reciclamiento de materiales y pérdidas mínimas de energía.

En estas condiciones los ecosistemas autorregulables, autosuficientes, estables tendrán la posibilidad de persistir a través del tiempo adquiriendo otra característica de los ecosistemas naturales que es, el ser autoperpetuables.

Con estas cuatro características de estabilidad, autosuficiencia, autorregulación y autoperpetuación encontramos que los ecosistemas, naturales ocupan espacios de tamaños diferentes y arbitrarios dependientes más bien de las necesidades de estudio.

En el planeta habrá tantos ecosistemas como sean necesarios, bastará con delimitar la zona y determinar su diversidad o biocénosis, su biotopo y las interacciones que entre ellos se presentan, así puede decirse que todos los ecosistemas en conjunto constituyen la tierra, el planeta.

En el planeta entonces hay grandes áreas delimitadas únicamente por las condiciones abióticas que cuando son similares, provocan la presencia de determinada diversidad en especial de determinados tipos de vegetales, dando lugar a la formación de biomas que son amplias zonas ecológicas en las que se encuentran formas de vida específicos, sobre todo vegetales característicos.

Estos biomas son pastizales, desiertos, bosques templados, tropicales, de coníferas, tundra para los terrestres. Los biomas acuáticos son en general los de agua dulce y los de agua salada, los primeros se identifican también como aguas continentales, lagos, lagunas o ríos y los salados que pueden ser aguas litorales o aguas oceánicas.

Cada bioma está constituido por un número diferente de ecosistemas más pequeños los que dependen de las condiciones del clima y suelo principalmente.

Las principales características específicas de cada uno de estos biomas se revisarán en los siguientes fascículos.

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